Domingo.
Me despierto a las siete y pico y Zan no está acostada a mi lado? Me levanto a ver si es que se ha puesto mala de algo en mitad de la noche y resulta que no puede dormir, pos nada, ya espabilada me quedo despierta con ella, pero amodorradas bajo la manta y le cuento la parida de sueño que tuve.
Resulta que estábamos a principios del siglo XX, en Estados Unidos, a poco de finalizar una devastadora guerra que ha dejado el país hecho unos zorros (y el presidente en lugar de saludar a la bandera y decir el himno, con la mano en el pecho y tal, estaba con las manos en la barriga, como pensando, “Jo, mi restaurante favorito también ha caído, con el hambre que me da cuando hacemos esta chorrada”). Pocos edificios y organizaciones habían sobrevivido, entre ellas, una especie de monasterio, donde nos apuntan nuestros padres para que sigamos estudiando y estando bien cuidadas en manos de las monjitas. (XD) Nos llevan a jurar lealtad (O.o) en una biblia de la entrada, (ojo, dedicada y firmada por el propio Jesús) y en ese momento, decido que como atea y asqueada del clero en general, no debería estar allí, donde seguro que las monjitas acaban hartas de mí. Y me piro, eso sí, me quedo al acecho, por si Zan necesita ayuda para algo, ya que hay tres pibas que son unas zorrucas y la molestan. Las amenazo de muerte y me despido de Zan. Entonces allí en medio, vete a saber porqué, aparece uno de mis personajes, Angelo (un mutie que maneja el agua, italiano y surfista), vestido con una camiseta con el emblema de Hogwarts, con gafas y con un típico pantalón de los años veinte, con dobladillo, de pinza y con tirantes... acostándose al lado de su cama, en el suelo, mientras hablaban, entonces entró una monja cabreada y se lo lleva de la oreja, exigiendo saber qué hacía allí, en el cuarto de una novicia.
Ahí me desperté, no veas qué risa de sueño. XD
Sacamos a Odie y salimos a comprar, primero al Spar y luego a una panadería cerca de pillar unos dulces para el postre. Hoy spagettis con salsa boloñesa y atún, ñam. Al final nos olvidamos de comprar las galletas y las pringles, bueno, ya lo haremos mañana....
Pasamos el día haciendo tontás y nos preparamos la cena antes de ir a ver la última peli del maratón (vaya maratón, en fascículos...) de Indi. Y aprovechamos los paninis de atún y jamón que teníamos en el congelador. Qué guay, en el microondas al grill tardarán menos en hacerse... La idea en un principio era buena... hasta que nos dimos cuenta de que habíamos metido la tapa de plástico que es para cubrir la comida que se calienta simplemente en el micro (no para usar en el modo de grill) y se fundió! Jajajaja! se quedó en un estado más que lamentable, convertida en un trozo de plástico circular medio derretido. Y mira que lo ponía bien clarito en la parte desaparecida. NO USAR EN GRILL. Según Zan, es la tercera tapa que corre la misma suerte. Qué bochorno, habrá que comprar otra mañana lunes...
Anda, salta, bonito, que para otra cosa ya no vale...
Finalmente vemos La Última Cruzada y tras esta, sin sueño alguno todavía, vemos Monkey Bone, una comedia surrealista protagonizada por Brendan Frasier y la caricatura de un mono. Otra peli que recomiendo si tienes ganas de ver escenarios extrañísimos, completamente oníricos e irreales, al más puro estilo Burton de resaca y un guión la mar de curioso, a pesar de que repite la típica fórmula de chico quiere a la chica y tiene que decírselo a toda costa. Termina la peli y seguimos sin sueño.. qué hacer? Salir de la cama no es una opción, qué frío, mami. Nos quedamos como dos tontas mirando al techo y seguimos de charleta, al menos así nos aburriremos lo suficiente para tener sueño. Tardamos un poco, pero finalmente, el Sandman, como Pedro por su casa, como si fuera el famoso Poeta de la Mousse, pasa y nos hace caer dormidas.
Continuará...