lunes, 10 de septiembre de 2012

Historia de un bolso y otros cuentos

Hola!!

La mayoría ya saben que cuando no estoy dibujando o escribiendo... o pensando... mis cosillas, estoy fabricando otras. Verdad? No? De verdad hay alguien nuevo pululando por aquí? Vaya, me sorprende! Bienvenid@ viajer@ de la red! Toma asiento y cuidado no te atragantes.

Bueno a lo que iba. Mis amigas ya saben que lo que más me gusta es regalar cosas que hago con mis dos manitas, y a veces también los pies y los dientes. Me parece mucho más personal que simplemente ir a una tienda y comprar algo. Y porqué no, también suele serme mucho más barato, que no estamos para gastos.

Este año, para el cumple de mi madre, este pasado agosto, pasé cerca de tres meses planeando, comprando el material, para llegar a esto!


La tela exterior es de tapicería y la interior es una de algodón muy suave, ambas que mi madre en persona eligió en la mercería. Hasta ahí parecía fácil, sería cortar las piezas, prepararlo todo con alfileres, hirbanar antes de pasar a la máquina y punto... Pues no. Algún duende diabólico *agita el puño* decidió que como esto era importante para mí, la máquina de mi abuela, que siempre había servido fielmente a mis causas más locas, -no como la porquería que me compré en Hipercor, que no funcionó bien ni el primer día...- empezara a saltarse puntos, romper el hilo, hacer nudos y terminara partiendo dos agujas. Vamos, que lo que iba a ser un trabajo de un par de días de costura a máquina, se convirtieron en casi un mes de costura a MANO. Entonces empecé a clamar a los dioses de Asgard - qué culpa tendrían ellos, pero los de Olimpo ya no responden a mis llamadas, esos malquedas...- por haber decidido hacer esto con una tela tan dura y gruesa como es la de tapizar. Pero yo me había propuesto que el bolso fuera resistente y aguantara el peso de la miriada de chuminadas que guarda mi santa madre en su bolso de María Poppins. Pues si coser dobleces de una tela ya cuesta, imagínense de esta, y encima tener que unirle el forro! Casi me muero en el intento... vale, no, exagero. Pero digamos que a las doce de la noche lo que menos me apetecía era seguir cosiendo tras haber empezado por la mañana con un par de pausas para comer y... descomer. Además, me quedé con un problema... no tenía ni botón ni broche para cerrar el bolsito, porque sin el botón y el broche no podía unir las dos caras de la solapa y sin la solapa no podía terminar de unir el forro, que finalmente tenía un bolsillo... así que no podía terminarlo... me tomó una mañana de idas y venidas por unas cuantas mercerías hasta que encontré ese botón enorme y redondito y un aún más enorme broche de presión para poner debajo de la solapa.

Afortunadamente esto tuvo final feliz, quedó acabado a dos días del cumple de mi mami, que quedó muy contenta con el resultado, lo que realmente importa.

Y ustedes pensarán que tras esta locura de proyecto, descansé y seguí mis maquinaciones habituales... MEEEEEEC, error! Encontré un par de trozos de fieltro huérfanitos y los transformé en dos broches.



En un principio hice el polo mordido, para decorar una gorra que me compré que aunque resultona, es un poco sosilla, pero quedó ser demasiado grande, así que me decidí por una forma clásica que siempre me ha gustado, una pica, de la baraja francesa. Iba a tener bordada una "A" en el interior, pero hubo una cruenta batalla entre el fieltro blanco y el hilo negro, con la derrota y huída del hilo negro tras enredarse mil veces y casi agujerear el fieltro.

"Pero descansaste tras esto?" Se preguntarán..

NO! Mi colección de pendientes no hace más que crecer, aún no tengo muchos pero digamos que son los suficientes para necesitar varias copas donde colgarlos para poder manejarlos, nunca me ha gustado tenerlos en cajoncitos o cajitas, tienden a enredarse, sobretodo los que uso, colgantes. Quería comprarme unos expositores monísimos que venden en Claire's, pero resultaron muy pequeños y caros, al menos para mi tembliqueante y menguante bolsillo. Así que me decidí a hacerlo yo misma. No parecía muy difícil, encontrar un marquito mono en una tienda de todo a un luro, ponerle tela de mosquitera y se acabó... pues no, como siempre, las cosas no son lo sencillas que deberían. Los marcos del tamaño que necesitaba eran muy sosos, y los que me gustaban eran demasiado pequeñitos, y los que reunían ambas cosas eran caros de narices. Oootra cosa que tendría que hacer a mano, maldita sea mi suerte... Rebusqué por mi casa, entre mi material de clase no utilizado, encontré una pieza de cartón pluma del montaje de mi trabajo final, uno que compré de repuesto por si acaso. Un DinA2, un tamaño más que respetable, perfecto para mis zarcillos. La tela de mosquitera me salió tirada, apenas ochenta céntimos el medio metro y no iba a necesitar tanto. Pintura de otros proyectos... cartón sobrante de otro... no necesitaba nada más, que supiera. Lo primero fue dibujar en un pliego de A3 la parte superior del marco, como compro en Mediamarkt, lo que hice fue hacer la mitad derecha y doblando la hoja, recortar para tenerlo reflejado, mission accomplished! Hice lo mismo con la parte inferior, pero el primer diseño no quedaba demasiado bien con la parte superior, así que repetí, a la segunda quedó EXACTAMENTE como buscaba. Trasladé el diseño al cartón y cogí mi fiel cutter estilo bisturí, afilado como la lengua de cierto profesor de pociones. Mi "Al ataque" inicial se quedó en " Al carajo mis dedos" cuando me di cuerta que necesitaba más que un poco de presión para atravesar aquel material endemoniado. Pasé y repasé cada sección para llegar hasta el otro lado. Pinché, agujereé y apuñalé durante tres mañanas para conseguir sacar de su rectangular cárcel, la forma que deseaba. Con mi objetivo cumplido, sólo me quedaba la parte divertida y fácil, pintar y montar. Y esto es lo que quedó.


Lo terminé esta mañana  y sí, esta vez de aquí al siguiente proyecto queda tiempo.