Como algunos sabrán, siempre he tenido un animalito en mi habitación, me gusta que me hagan compañía todo el tiempo que paso aquí metida y hacerme responsable de una vida siempre me ha hecho sentir mejor. He llegado a tener ratones, conejos y ratas, hasta peces y tortugas. Y por último, un hámster. Se llama Murdoc y ya tiene más de dos años. El veterinario ya me ha avisado de que ya ha durado mucho y que es posible que le queden pocas semanas de vida, de hecho ya renquea para moverse y pasa más tiempo dormido que despierto, y ha decidido hacerse el nido fuera de la casita y más cerca del agua, para moverse menos. Me da mucha penita verlo así, especialmente con toda la compañía y cariño que me ha dado esta cosita peluda y blandita.
Lo nombré por el bajista del grupo Gorillaz, Murdoc Niccals, mi personaje favorito de la banda, pero es todo lo contrario, el pobre es un santo.
Lo nombré por el bajista del grupo Gorillaz, Murdoc Niccals, mi personaje favorito de la banda, pero es todo lo contrario, el pobre es un santo.
Llevo unas semanas vigilándole antes de irme a acostar y al levantarme por las mañanas, comprobando que aún repira, hecho una bolita en su nido de periódicos. Anoche le puse de comer, y aprovechando que había decidido moverse un poco, lo cogí y lo tuve en las manos un ratito, pensando en dedicarle esta entrada y en lo diferente que está ahora a cómo era un año atrás. Me hizo acordarme de Gusa, mi rata, que me duró también varios años y me dio tanto cariñito durante tanto tiempo. También estuvo muy débil en sus últimos días. Murdoc me mordisqueó el pulgar, como demostrándome que aún le quedaba lata que dar y lo dejé un momento en el estante, en lo que cogía otro puñado de pienso y se lo dejaba dentro del nido, y se dedicó, quieto donde estaba, a intentar averiguar si la pulsera de cuentas a su lado era comestible o no. De nuevo, cogiéndolo con cuidadito, lo dejé en la jaula y cerré, mirándolo comer un millo, despacito y sin el mismo ruido insistente que antes y al poco se volvió a quedar dormido.
Aunque me ha dado unas nochecitas que pa'qué royendo los barrotes, arrancando el periódico de la bandeja para meterlo en su casa, tirando fuera el serrín y llenándome los libros, cepillos y demás enseres de virutas de madera. Aún me acuerdo de cómo se tiró desde el mueble del baño cuando le limpiaba la jaula y se escondió en el hueco que había entre este y la pared... qué difícil fue sacarlo... aún así, le quiero mucho y realmente le echaré de menos cuando se vaya.
Aunque me ha dado unas nochecitas que pa'qué royendo los barrotes, arrancando el periódico de la bandeja para meterlo en su casa, tirando fuera el serrín y llenándome los libros, cepillos y demás enseres de virutas de madera. Aún me acuerdo de cómo se tiró desde el mueble del baño cuando le limpiaba la jaula y se escondió en el hueco que había entre este y la pared... qué difícil fue sacarlo... aún así, le quiero mucho y realmente le echaré de menos cuando se vaya.
5 comentarios:
aww que lindo, que tierna entrada ^^ yo también lo echaré de menos :D es tan adorable y mono
*besitos*
Te entiendo muy bien. Y es un homenaje muy tierno y muy dulce. Vayan desde aqui mis saludos al abuelo Murdoc ;)
Una lástima que Murdoc parezca tener que ir preparandose para el último viaje, pero está claro que ha tenido una vida de hamster de lo más plena contigo dándole el cariño y cuidados necesarios.
Creo que te entiendo, porque me recuerda al periquito de mi hermana, al que acabé cogiéndole cariño a pesar del jaleo que armaba esa criaturilla.
Un saludo a ti y a tu pequeño compañero animal.
:( jo, yo no podria escribir algo asi sin echarme a llorar, asi de sensiblona soy. Que cariño se les coge a estos bichillos...
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